38. Mientras construía el arca, cada vez que pasaban ante él los poderosos de su pueblo se burlaban, y él les decía: “Si se burlan de nosotros, sepan que ya nos burlaremos de ustedes como lo hacen ahora.
40. Cuando llegó el momento de cumplirse Mi orden [del diluvio], el agua comenzó a fluir y correr impetuosamente por el suelo, [entonces] le dije [a Noé]: “Embarca una pareja de cada especie [de la fauna doméstica de la zona], así como a tu familia, excepto aquél sobre quien pese la sentencia, y [por supuesto] a los creyentes”. No obstante, los que habían creído en él eran muy pocos.
42. [El arca] navegó con ellos a bordo entre olas altas como montañas. Noé llamó a su hijo que se encontraba en un lugar apartado: “¡Oh, hijito mío! Sube al arca con nosotros y no te cuentes entre los que se niegan a creer”.
43. Dijo [su hijo]: “Me refugiaré en una montaña que me protegerá de las aguas”. Dijo [Noé]: “Hoy no habrá nada que pueda protegerlos del mandato de Dios, y solo se salvará aquel a quien Dios le tenga misericordia”; entonces las olas se interpusieron entre ambos, y [su hijo] se contó entre los ahogados.
44. Y fue ordenado: “¡Oh, tierra! Absorbe tu agua. ¡Oh, cielo! Detente”. Y entonces el agua fue decreciendo y así se cumplió el mandato, y [el arca] se asentó sobre el monte Yudi, y fue dicho: “¡La maldición recayó sobre los injustos!”
45. Noé invocó a su Señor diciendo: “¡Señor mío! Mi hijo era parte de mi familia [y pensé que no sería destruido]; Tu promesa es verdadera, y Tú eres el más justo de los jueces”.