[898] El Profeta Muhammad —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz—, por ser el último Mensajero de Al-lah, fue enviado a los yinn y a todos los hombres, como prueban la aleya 107 de la sura 21, la 1 de la sura 25 o la 28 de la sura 34. No obstante, toda exhortación o prédica se centraba, al principio, en aquellas personas que estaban a su alrededor y se fue extendiendo, con el tiempo, a otras gentes más lejanas.
[899] Al-lah dotó al hombre de libre albedrío al concederle la posibilidad de seguir la verdad o rechazarla (ver la aleya 72 de la sura 33). Si Al-lah hubiera querido, habría hecho que los hombres fueran como los ángeles, que no pueden desobedecer a Al-lah, pero entonces los hombres no merecerían la recompensa que Al-lah tiene preparada para quienes sigan la verdad.
[900] Significa que el hombre debe juzgar según el Corán y la tradición del Profeta —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz— porque contienen el juicio o el dictamen de Al-lah.