[1] Algunos idólatras afirmaban que los ángeles eran hijas de Dios, otros aseguran que Jesús es hijo de Dios, otros dijeron que Uzair era hijo de Dios, etc.
[1] Esta información suministrada por el Corán concuerda exactamente con los descubrimientos de la ciencia contemporánea. La conclusión a la que la astrofísica ha llegado actualmente es que la totalidad del universo, junto con las dimensiones de materia y tiempo, se manifestaron como resultado de una gran explosión que ocurrió fuera del acontecer temporal. Este evento, conocido como el Big Bang, demuestra que el universo fue creado de la nada como resultado de la explosión de un solo punto. Antes del Big Bang no existía lo que denominamos materia. Desde una condición de no-existencia–en la cual ni la materia ni la energía ni incluso el tiempo existían, y que solo puede describirse metafísicamente– materia, energía y tiempo fueron creados en un instante. Este hecho, descubierto solo recientemente por la física moderna, nos fue anunciado en el Corán hace 1.400 años.
[2] El agua precedió la existencia de todos los seres vivos. Los estudios geológicos han probado que la edad de la Tierra es de aproximadamente 4.600 millones de años, cuando la edad de los restos fósiles más antiguos datan de 3.800 millones de años. Eso significa que nuestro planeta Tierra necesitó más de 800 millones de años de preparación para que su superficie fuera capaz de sustentar vida. Dios es capaz de todas las cosas, y si Dios hubiera querido habría podido crear a un ser humano adulto sobre una tierra completamente vacía. Sin embargo, sabemos que Dios no obra de esa manera, sino progresivamente, de una forma mucho más compleja y asombrosa. Los estudios paleontológicos indican que la vida acuática (en un entorno marino) predominó la Tierra por más de 3.360 millones de años, antes de la creación de las primeras especies de plantas sobre tierra firme. Estos son hechos que la humanidad no habría podido descubrir antes del siglo XX; sin embargo, están mencionados en el Corán de una forma breve y concisa, lo que prueba que el Corán es la palabra de Dios y que Mujámmad fue Su último Profeta r.
[1] Como podemos ver, en el versículo se afirma que las montañas tienen la función de prevenir movimientos sísmicos. Este hecho era totalmente desconocido en la época en que el Corán fue revelado. Es algo que salió a la luz recientemente debido a los hallazgos de la geología moderna. Según estos descubrimientos, las montañas emergen como resultado del movimiento y colisión de enormes placas tectónicas que conforman la corteza terrestre. Cuando dos placas chocan, la más fuerte se desliza debajo de la otra, y la que queda encima se pliega y forma alturas y montañas. La capa inferior sigue avanzando debajo del suelo y se extiende a gran profundidad. En otro versículo este rol de las montañas es descrito comparándolo con “estacas”. “¿No he hecho de la tierra un lecho y de las montañas estacas?” (Corán 78:6-7). Dicho en otras palabras, las montañas “remachan” las placas en la corteza terrestre que se extienden por encima y por debajo de la superficie, fijándolas en los puntos de conjunción de las mismas. Este rol vital de las montañas, descubierto por la geología moderna y la investigación del fenómeno sísmico, fue revelado en el Corán hace siglos, como un ejemplo de sabiduría suprema en la creación de Dios.
[1] Dios llama nuestra atención en el Corán sobre un importante atributo del cielo: Esta propiedad del cielo ha sido descubierta por la ciencia en el siglo XX. La atmósfera que rodea la tierra cumple funciones importantes en la conservación de la vida. Al destruir por la fricción muchos meteoros, grandes y pequeños, que se aproximan a la Tierra, impide que estos lleguen al suelo y dañen a los seres vivientes. Además, la atmósfera filtra las radiaciones provenientes del espacio exterior que son perjudiciales para los seres vivos. La característica más sorprendente de la atmósfera es que solo permite que pasen a través de ella radiaciones inocuas y útiles, como la luz visible, la radiación ultravioleta de baja longitud de onda y las ondas de radio. Toda esta radiación es vital para la vida. La radiación ultravioleta de baja longitud de onda, que la atmósfera deja entrar solo parcialmente, es muy importante para la fotosíntesis de las plantas y para la supervivencia de todos los seres vivos. La mayoría de la radiación ultravioleta intensa emitida por el Sol es filtrada por la capa de ozono de la atmósfera, y solo una parte limitada —y esencial— de su espectro alcanza la tierra. La función protectora de la atmósfera no termina allí. Protege también a la tierra del intenso frío del espacio exterior, que alcanza los -270° C. Aparte de ella el cinturón de Van Allen, una capa originada por el campo magnético de la Tierra, sirve también como escudo contra la radiación perjudicial que amenaza nuestro planeta. Esta radiación, emitida por el Sol y otras estrellas, es mortal para los seres vivos. Si el cinturón de Van Allen no existiera, los estallidos masivos de energía llamados erupciones solares, que ocurren frecuentemente en el Sol, destruirían toda la vida en la Tierra.
[1] Dios hace referencia a que el Sol y la Luna se mueven en una órbita definida, y en otro versículo se menciona que el Sol no es estático, sino que se mueve en una órbita determinada: “El Sol orbita como le fue designado; ello es un decreto del Poderoso, el que todo lo sabe” (36:38). Dichas realidades comunicadas por el Corán han sido constatadas a través de la observación astronómica contemporánea. Según los cálculos de los especialistas, el Sol viaja a la enorme velocidad de 720 mil kilómetros por hora en dirección a su ápice, la estrella Vega. Esto significa que el Sol viaja aproximadamente 17‘280.000 km/día, al igual que todos los planetas y satélites de su sistema. El conjunto de las estrellas del universo viajan de manera similar. El Corán se refiere a que todo el cosmos está lleno de senderos y órbitas: “¡Por el cielo surcado de órbitas!” (51:7). En el universo existen alrededor de 250 mil millones de galaxias y cada una tiene unos 200 millones de estrellas. Muchas de éstas poseen planetas y la mayoría de éstos satélites. Todos los cuerpos celestes, e incluso conjuntos de cuerpos, como las galaxias, se mueven en órbitas precisas. No cabe duda alguna de que cuando fue revelado el Corán la humanidad no poseía los telescopios y las técnicas de observación de hoy, capaces de abarcar millones de kilómetros, ni los conocimientos actuales de física o astronomía. Por consiguiente, es imposible que en esa época se hubiese podido determinar que el espacio “está lleno de senderos y órbitas”, como lo expresa el versículo. Evidentemente, es una prueba más de que el Corán es la palabra de Dios.