[1] Al estar prohibida la caza para el peregrino, Dios los puso a prueba haciendo que los animales se pasearan entre ellos, y entonces quien no cazara las presas, a pesar de que era muy fácil hacerlo, habría triunfado en la prueba; pero quien se dejara llevar por la ambición y el deseo, habría fracasado en la prueba. Este versículo nos enseña que, a veces, Dios puede probar nuestra fe facilitando lo ilícito a nuestro alrededor, para ver qué tanto nos mantenemos firmes a los que, decimos, son nuestros valores.