28. Si no encuentran a nadie en ella[1], no ingresen hasta que se les dé permiso. Si se les dice: “¡No entren!”, entonces vuelvan [sobre sus pasos], eso es lo más puro. Dios conoce bien lo que hacen.
29. Pero sepan que no es un deber pedir permiso para ingresar a lugares públicos en el que tienen tareas que realizar. Dios conoce bien lo que manifiestan y lo que ocultan.
30. Dile a los creyentes [¡Oh, Mujámmad!] que recaten sus miradas y se abstengan de cometer obscenidades, porque eso es más puro para ellos. Dios está bien informado de lo que hacen.
31. Dile a las creyentes que recaten sus miradas, se abstengan de cometer obscenidades, no muestren de sus atractivos [en público] más de lo que es obvio, y que dejen caer el velo sobre su escote, solo muestren sus encantos a sus maridos, sus padres, sus suegros, sus hijos, los hijos de sus maridos, sus hermanos, sus sobrinos por parte de su hermano y de su hermana, las mujeres, las esclavas, sus sirvientes hombres que ya no tengan deseo sexual y los niños que todavía no sienten atracción por el sexo. [Diles también] que no hagan oscilar sus piernas [al caminar] a fin de atraer la atención sobre sus atractivos ocultos. Pidan perdón a Dios por sus pecados, ¡oh, creyentes!, que así alcanzarán el éxito.