[1029] Se refiere a los judíos de la tribu de Bani Nadir, quienes traicionaron al Profeta —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz— al romper el acuerdo de no agresión que firmaron con él una vez se hubo establecido en Medina. Como castigo, el Profeta —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz— les ordenó abandonar sus hogares, pero les permitió llevar consigo la carga que sus camellos pudiesen soportar, con la excepción de las armas. Ellos mismos destruyeron sus casas, tras coger lo que pudieron, para que los creyentes no pudiesen ocuparlas ni beneficiarse de ellas. Algunos de ellos se dirigieron a Siria y otros muchos a Jaibar, desde donde seguirían poniendo en peligro la paz de los musulmanes, hasta que estos conquistaron la población tras el Tratado de Hudaibiyah.
[1030] Cuando los creyentes sitiaban las fortalezas de los judíos de la tribu de Bani Nadir recibieron la orden del Profeta —que Al-lah lo bendiga y le dé la paz— de cortar y quemar las palmeras datileras de las que se proveían. Los judíos se quejaron porque el islam prohibía sembrar la corrupción en la tierra y ordenaba respetar los campos y las cosechas durante las batallas. Entonces Al-lah reveló esta aleya que exculpaba tanto a quienes las cortaron como a quienes las dejaron en pie, puesto que lo habían hecho con Su consentimiento.
[1031] Los habitantes de Medina (conocidos como los ansar) que acogieron a los emigrantes de La Meca los ayudaron concediéndoles parte de sus bienes y propiedades, y establecieron con ellos unos lazos especiales de hermandad que incluso les permitían heredar entre ellos antes de que fuera revelada la aleya que limitaba el derecho a heredar solamente a los parientes de sangre más cercanos (ver la nota de la aleya 33 de la sura 4). Algunos llegaban a darles lo único que tenían para comer, anteponiendo las necesidades de los emigrantes de La Meca a las de sus propios hijos.
[1032] Al-lah quiere que el hombre reflexione sobre el hecho de que si una montaña, la cual es sólida y enorme, se resquebrajaría y desintegraría por temor a su Señor si fuera capaz de comprender el Corán, ¿cómo es que el corazón del hombre no se suaviza y se somete por completo a Al-lah cuando él sí puede comprenderlo?
[1033] Ver la nota de la aleya 3 de la sura 2.