[11] Esta aleya puede interpretarse también en un sentido más concreto, aludiendo a que Al-lah escoge a quien quiere para transmitir Su mensaje, mientras que el hombre no puede decidir ni escoger a quien él desea para este fin. Esta aleya vendría a responder a los idólatras de La Meca que se preguntaban por qué el Corán no había sido revelado a un hombre noble o poderoso de La Meca o de la ciudad de Taif.