34. Pero cuando dije a los ángeles: “¡Prostérnense ante Adán!”[1] Todos se prosternaron excepto Iblís[2], que se negó y fue soberbio, y se convirtió en uno de los incrédulos.
[1] La prosternación era para mostrar obediencia a la orden de Dios, y no para adorar a Adán. [2] Nombre del demonio, que era originalmente un yinn (o genio) y no un ángel como algunos creen erróneamente. Tal como se menciona en 18:50.