84. Al pueblo de Madián le envié [como Profeta] a su hermano Jetró, quien les dijo: “¡Oh, pueblo mío! Adoren a Dios, pues no existe otra divinidad salvo Él, y no mermen en la medida ni el peso[1]. Los veo hoy en la prosperidad, pero temo que los azote el castigo de un día ineludible.
[1] Ese pueblo era conocido por el fraude en sus transacciones.