165. Existen personas que toman en lugar de Dios a otros que consideran iguales [a Dios][1], y los aman como solo debe amarse a Dios; pero los creyentes aman más a Dios [de lo que éstos aman a sus divinidades]. Ya sabrán los injustos cuando vean el suplicio que les espera, que a Dios pertenece el poder absoluto y que Dios es severo en el castigo.
[1] Es decir, dirigen a ellos lo que se debe dirigir a Dios, como las súplicas, los ruegos, el anhelo de salvación, la esperanza, el temor devocional, etc.