[12] Esta aleya refleja la situación de los hipócritas cuando el Corán es recitado. La incredulidad está representada en la aleya por las tinieblas; la amenaza del castigo que les espera a quienes rechazan la verdad, por la metáfora de los truenos; y las pruebas evidentes de la fe, por los relámpagos. Ellos se tapan los oídos para no oír la revelación y evitar, así, inclinarse hacia la fe y abandonar su religión, cosa que ellos temen como a la misma muerte.
[13] La escasa comprensión de los hipócritas no les permite seguir las evidencias de la fe, simbolizadas con la luz del relámpago, debido a la fuerza de estas.
[14] Muchos comentaristas actuales entienden esta aleya en el sentido de que el cielo, concretamente la atmósfera, es un techo que protege la tierra filtrando las radiaciones perjudiciales para los seres vivos, como la radiación ultravioleta intensa. También la protege del intenso frío del espacio exterior, de las erupciones solares y de los meteoros que se acercan a esta.
[15] Desde que el Corán fue revelado, hace ya catorce siglos, hasta hoy, nadie ha sido capaz de producir un solo capítulo que iguale a las suras del Corán en cuanto a su belleza, elocuencia, esplendor, sabia legislación, veracidad del contenido, etc. Nótese que la sura más corta del Corán —la número 108— tiene solo diez palabras en árabe y, aun así, nadie ha sido capaz de superar dicho desafío.